Hoy hace dos meses y una semana que nuestra historia ha terminado y te sigo queriendo.
Sólo pasa el tiempo... el resto nada cambia.
Sigo sintiendo esa sumisa que agazapada en mi interior sigue esperando que su amo le ordene algo.
Sólo pasa el tiempo... eso nunca cambiará.
5 comentarios:
El amor no entiende de desesperanza, sigue vivo aún en la distancia...
Un beso desde mis Amanteceres.
A veces el tiempo es amigo, cómplice o enemigo. Sigue esperando si aun existe una esperanza.
Un abrazo.
Hola! me ha gustado mucho tu blog, no lo conocía, te invito a pasarte por el mío cuando quieras, un abrazote!
no dejes de escribir! tienes talento
... y las desesperanzas fueron poniendo un plato en cada puesto, entonces se cubrió de recuerdos la mesa... nadie entendía porqué había sido invitado a esta fiesta. La verdad, poco importaba, estábamos juntos y teníamos que decirnos muchas cosas, entonces cada invitado fue relatando sus experiencias... nos habíamos quedado solos, sin nosotros provocarlo... las copas fueron levantadas para golpearse entre nuestros dedos, y uno a uno, nos fuimos cortando los dedos.
En un ligero momento, suspendido en el aire, todos quedamos en silencio, las botellas estaban casi vacías, y no había porque brindar.Las copas entonces se fueron rellenando de tristezas, y aunque no parábamos de beberlas, ya estábamos todos embriagados.
Y entonces hablamos de nuestros libros, eramos un despojo de la literatura sin sentido.. nunca recibiríamos un premio más que nuestro propio reconocimiento. Queríamos dejarlo todo, y borrar cada una de las historias que habíamos vivido, pero llevábamos años en esto, y nadie se atrevía a soltar la última letra.
Ya nos mostrábamos desnudos, sin pudor ni vergüenza, entonces alguien se levantó de sus silla a cerrar las cortinas, sus nalgas bailaban hacia la ventana y todos seguíamos sus pasos.
Alguien azotó sus nalgas, y todos los demás aplaudíamos, ella sonreía descaradamente... Se acercó al atrevido e hizo bailar sus senos cerca de su boca, y él se perdió entre sus senos agitando la cara, oliendo entre los pechos. Cuando se pudo safar de sus manos y jugarretas, por fin alcanzó las cortinas cerrándolas a sus espaldas.
Después de eso, todos eramos libres de hacer.
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